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Cuerpos sutiles y centros de energía.


Para Rossi (2006) “mover el cuerpo físico es (…) sólo el primer paso de un camino de integración psicocorporal”:

Con el movimiento ocurre una reacción de activación en cadena de los distintos cuerpos (sutiles): cuando movemos el cuerpo físico, activamos la energía vital que alimenta el movimiento, pero pronto este movimiento energético se expandirá también al cuerpo emotivo, que hará aflorar en nosotros sensaciones y emociones. Si aceptamos sentir las emociones que se producen en nosotros al movernos, si las expresamos con el cuerpo, la voz, el rostro, estaremos ejercitando, también, nuestra parte afectiva y, seguidamente, también la luz de la conciencia brillará en algún momento haciéndonos conscientes de algún aspecto de nosotros que antes no habíamos tenido en cuenta (2006, p. 93).

En otros términos,

Si movemos con determinación y por un cierto tiempo el cuerpo físico, muy pronto seremos conscientes también del cuerpo energético. Lo percibiremos como una energía sutil y dinámica que circula por todo el cuerpo y que pulsa rítmicamente y nos llevará a movernos con facilidad y sin esfuerzo. Incluso, hasta tendremos la impresión de que el cuerpo se mueve por sí solo y que es difícil detenerlo. Ello significa que el cuerpo etérico se ha activado y es, entonces, un buen momento para tomar conciencia de él. E inclusive, el cuerpo etérico, así activado y presente, será estímulo para que el cuerpo emotivo se despierte, como cuando se encuentran en la misma habitación una persona que está durmiendo con otra despierta y vital (…) Es una vibración más alta que se transmite al cuerpo más cercano, activándolo: esto se traduce (…) en un aflorar de emociones que salen de la prisión de los músculos y de las articulaciones en los cuales habían quedado bloqueadas (p. 93-94).

Rossi también apunta que el Movimiento Vital Expresivo produce, desde el ángulo de los centros de energía, diversos efectos; a saber:

  1. Hacer posible (…) Movimientos en los que el peso del cuerpo se descarga sobre las piernas, las piernas lo descargan sobre los pies, y los pies, sobre la tierra, nos pueden hacer sentir toda la potencia de la tierra dentro de nosotros, una fuerza concreta que da seguridad. De esta manera, podemos experimentar la energía del , sentirla como propia y usarla en la vida de todos los días (…) Si después el movimiento pasa a la cadera, que (…) se relaja, se desinhibe y llega a moverse fluidamente, entramos en la energía excitante del (y) sentiremos la vida que bulle en nuestro cuerpo, potente y sensual, y nadie podrá ya detenerla. El movimiento del le dará textura emotiva a nuestro movimiento, que, usando la expresividad del , se tornará drama, comedia, farsa o simplemente pantomima, y nos hará tocar con la mano nuestra dimensión emotivo/vegetativa. Y así sucesivamente, iremos reconociendo cada centro, su fuerza específica y su calidad energética.

  2. Lograr la , (centrando el movimiento) en el plano físico y energético del centro de energía que queremos activar y reconocer, (produciendo) gradualmente una limpieza energética que restituye una conciencia más pura de ese centro.

  3. Potenciar la energía de cada centro de manera de volverlos todos activos y bien desarrollados, (y)

  4. Armonizar las funciones de los diversos centros en un funcionamiento unitario y coherente del ser humano. (2006, p. 96-99).

Rossi da a este último resultado el valor de ser el más importante: “Cuando el cuerpo realiza este pequeño milagro armónico, se siente una profunda alegría, nos sentimos ricos como ningún ‘rico’ se sintió nunca. Es la riqueza del Ser, y el Ser no depende del tener (p. 99).

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Referencias.

Rossi, V. (2006). La vida en movimiento: el sistema Río Abierto. Buenos Aires: Kier.

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