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La expresión de las emociones: una técnica sanadora.


La voz, lo reconocen las y los instructores de Río Abierto, empezando por la misma María Adela Palcos, es una de las herramientas más importantes del Sistema: “entre las distintas técnicas expresivas, el uso de la voz es una de las formas más directas de catarsis” (Palcos, 2011, p. 75).

La voz se puede dirigir dentro del cuerpo para que vaya encontrando los lugares de tensión. Puede descargar y también desvelar escenas y recuerdos guardados. La voz altera nuestro estado de conciencia, la vigilancia estricta de nuestro intelecto condicionado (…) La vibración de la propia voz en el cuerpo moviliza las energías estancadas, ayuda a conectarse con las emociones, y esa misma vibración es sanadora, se aprende a dirigirla hacia las zonas del cuerpo que están afectadas. (Pero) la voz no sólo tiene la posibilidad de desbloquear, tiene también la capacidad de elevar el nivel de ser al unir los distintos centros energéticos por medio de sus diversas vibraciones. De esta manera, se logra un alineamiento de nuestro nivel instintivo-vital con el emocional, con el intuitivo y con el mental (p. 76-77).

Las emociones.

En general, sentimos que manifestar las propias emociones es difícil, peligroso, o que puede dañar las relaciones; o bien nos abstenemos, simplemente, de expresarlas por vergüenza, pudor o por cualquier idea adquirida en nuestro pasado que ‘eso no está bien’ (En otras palabras): expresar el propio pensamiento o la propia exuberancia vital se acepta y se considera un bien, mientras que expresar las emociones se percibe generalmente como un campo minado.

Las emociones, como tales, son ilógicas, irracionales, poco coherentes y en extremo mutables, por lo cual representan todas esas características que el juicio mental considera negativas. La mente, en efecto, posee las características opuestas: es consecuente, lógica, previsible, calcula las oportunidades, se adecua a lo social.

(…) Tanto en el pasado como en el presente, muchos individuos y escuelas de autorrealización han pensado en la posibilidad de resolver el problema ‘cortando’ la rama emotiva de nuestra personalidad y buscando reconducir toda la existencia a la dimensión racional que ve y comprende todo, evitando así las fastidiosas emociones que turban la claridad mental y enturbian nuestra existencia. Algunos hablan de ‘trascender las emociones’; otros, de sublimarlas.

(…) Pero el experimento está destinado a fracasar porque lo emocional –el cuerpo emotivo y los dos centros de energía que lo manifiestan en la dimensión vertical– es un ‘órgano’ vital, como el corazón o el cerebro, y no se puede amputar.

(…) Cuando comprendemos con todo nuestro ser –también mental– que no debemos pretender coherencia ni racionalidad en las emociones, y que no podemos tener razón o equivocarnos al sentir lo que sentimos, (podemos) adaptarnos a la vida, ayudándonos a superar las dificultades y a apreciar y disfrutar de la belleza y del placer de vivir. La vida no es previsible como un proyecto mental: a veces es caótica; otras, absurda o inimaginable; e incluso, inesperadamente, agradable o estática; y después, de golpe, se torna hostil y difícil. Y así son nuestras emociones que la reflejan y la expresan en esta su extrema mutabilidad. Si no expresamos las emociones, no aprenderemos nunca a expresar la Vida, y no tiene sentido vivir sin expresar la Vida (Rossi, 2006, p. 106-109).

Para Rossi (2006), la expresión de las emociones es parte sustancial del movimiento, como lo es la toma de conciencia de nuestras varias dimensiones o el crecimiento y la armonización de los diversos cuerpos que somos, y lo es porque se torna una técnica sanadora, “no solamente por permitir liberar las emociones y los estados de ánimo del pasado aprisionados, sino también porque permite ejercitar y restituir a la corriente de la Vida la capacidad expresiva bloqueada”; lo que lo lleva a hablar de una gimnasia expresiva que en el Sistema Río Abierto ocurre de dos maneras:

a través de la imitación de los movimientos del instructor, (donde los alumnos) se siente(n) llevado(s) a hacer nuevos movimientos y a expresarse de manera para (ellos) insólita, o por medio del movimiento libre (donde), siguiendo la música, pueden tener la oportunidad de encontrar por sí mismos la completa expresión de aquello que sienten, y reconocer dentro de sí mismos maneras nuevas y más completas de manifestarse (p. 103-104).

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Referencias.

Palcos, M.A. (2011). Del cuerpo hacia la luz. Buenos Aires: Kier.

Rossi, V. (2006). La vida en movimiento: el sistema Río Abierto. Buenos Aires: Kier.

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