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"Liberar el alma, liberarnos para estar vivos"

(Caricia, escucha y autoabrazo en tiempos de COVID)


Malky Castro Zavala.


“Baila, baila mientras no cese la música.”

—Haruki Murakami.


Foto: Neyra Silva.


De un momento a otro nos dijeron que no podíamos estar juntos/as, que no podíamos tocarnos, que debíamos estar en casa y salir lo menos posible; dejamos de ver a nuestra gente cercana y empezamos a abrazarnos menos. Los espacios donde solíamos juntarnos a compartirnos empezaron a cerrarse junto con nuestros cuerpos y allí empezó el miedo por el hecho de tener a alguien cerca.


Por muy ridículo que te parezca, no dejes de bailar.


Los retos desde mi trinchera fueron interesantes, fue volcar todo lo que hago a esta nueva manera de estar en el mundo; al menos al principio así fue. Tenía que pensar que una propuesta que invita a la gente a relacionarse consigo mismas y con otras personas desde el contacto físico, desde el dar y recibir, desde la conexión con la mirada, con la caricia, con la energía del/a otro/a en un espacio compartido desde la complicidad, desde el acompañar con una presencia de cuidado y buen-trato sucediera a través de una pantalla. ¿Cómo hacer todo esto?


Lograrás que lo que ya está endurecido empiece a distenderse.


Era casi replantearme la vida desde otro lugar, y así fue. Propuse hacer una sesión de Movimiento Vital Expresivo para ver cómo nos sentíamos todos/as desde la “distancia” y, por medio de una imagen que se reflejaba en un aparato electrónico, fuimos creando un espacio de escucha de lo más importante en estos tiempos donde más se marca la incertidumbre. Después nos fuimos al movimiento y fue muy interesante trabajar con nuestras intenciones: una, estar acompañándonos; dos, encontrar la empatía de nuestro sentir ante una situación que no terminábamos y no terminamos de entender llamada COVID; tres, darle importancia a trabajar nuestros cuerpos para identificar cómo nos afectaba toda esta nueva situación; cuatro, reencontrarnos con nuestro propio contacto: la caricia, nuestra escucha, el autoabrazo. Así fue la primera parte de nuestro andar.


Todavía deberías estar a tiempo. Utiliza todos tus recursos. Echa el resto.


Luego vino la profunda necesidad de reencontrarnos desde lo presencial, ver nuestros rostros, escucharnos en vivo, sentir nuestra energía mirando al/a otro/a desde ese lugar que ya conocíamos pero que sería diferente; desde una conciencia nueva. Me di cuenta que aún había un miedo inyectado por toda esa información que nos llegaba: cero contacto, no te acerques, “no respires”, no toques. Poco a poco, fuimos reconociéndonos en caras conocidas y algunas nuevas; el hecho de reflejarnos en la otra persona nos daba riqueza.


No tienes nada que temer. Estás cansado, lo sé. Cansado y asustado. A todos nos sucede.


Entre las muchas cosas que agradecíamos estaba el espacio tan grande en donde podíamos movernos con amplitud, tocar el piso de madera y dejar que nuestros cuerpos reposaran dejándolos caer a tierra; dejándonos soltar, soltar las resistencias. El trabajo con nuestro cuerpo y en compañía con otros/as desde la conciencia abre la posibilidad de ir descubriendo nuestras necesidades y nuestro estar en la vida, y así lo fuimos redescubriendo en nuestro regreso a las sesiones presenciales de Movimiento Vital Expresivo.


A veces sentimos que todo es un gran error. Y entonces las piernas se detienen.


El viaje que hicimos fue como llegar al mismo río que ya conocíamos, con nuevas aguas e intensidades y darnos cuenta del poder que tenemos de sentir(nos) la alegría, la libertad, nuestro movimiento, nuestro soltar, nuestro placer, y de ver cómo el miedo tomaba ligereza haciendo que pudiéramos abrirnos a nuevos aprendizajes y a nuestras propias sabidurías.


Pero no queda más remedio que bailar. Y hacerlo lo mejor que puedas. Deslumbrando a todos.


En cada sesión de Movimiento Vital Expresivo se creaba un ritual donde liberábamos lo encapsulado, lo cristalizado, lo rígido. El movernos nuevamente en grupo presencial nos dio la oportunidad de llegar al autoabrazo y, en él, involucrar todos nuestros sentidos y universos.


Así que baila, baila mientras no cese la música.


Hoy cerramos este período. Será sólo por unas semanas. En septiembre regresaremos para seguir en la práctica y el ejercicio del autocuidado, el Buen-trato y la importancia de la compañía y cuidado colectivo; así como también para seguir disfrutando el arte del Bien-Estar. Regresaremos, como dice Gabrielle Roth, a “liberar el alma, liberarnos para estar vivos”; porque ello “significa recuperar nuestro poder para ver lo que realmente tiene lugar en nosotros, en los demás y en la vida”. ¿Te esperamos?

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